Nací el 23 de septiembre de 1963 en Hinojal (Cáceres) –lugar en que discurriría mi muy feliz infancia–, en el seno de una familia de panaderos artesanos, y siendo el benjamín de tres hermanos.

A los diez años de edad me concedieron una beca y cursé el segundo ciclo de la EGB en la Universidad Laboral de Cheste (Valencia) y a los trece años, llevándole la contraria a mis tutores y al director, que me aconsejaban encarecidamente hacer el bachillerato, me decanté por cursar la formación profesional de la rama electrónica; cuyos tres primeros años los estudié en la Universidad Laboral de La Coruña y los dos últimos en la Escuela de Maestría de Cáceres. Hice a continuación el COU en el Instituto «El Brocense», también en Cáceres y luego el Servicio Militar en Melilla.

Al licenciarme dio que se jubilaba mi padre y decidí sucederle en la comandatura de nuestra tahona, cuya producción aumenté lo suyo, así como sus mercados, con un gran surtido de especialidades de pan y bollería; regentando la industria durante veinticuatro muy tullidos años hasta que me jubilé a finales de 2009.

Y aquí quiero dar cuenta de mi más ambiciosa novela, de corte autobiográfico, titulada Evangelio confidencial de un obrador bipolar, donde narro la que fue mi siempre exaltada vida hasta que cumplí mis cuarenta años de edad.

Antes de jubilarme plenamente estuve un año en calidad de baja laboral transitoria, que exprimí, desde el primer al último día, escribiendo como un poseso, ya que yo tenía muy claro que, de serme posible, quería dedicar el resto de mis días al cultivo de las letras, pues entendía que, tras toda una vida de tribulaciones, ya le había sacado a la panificación todo cuanto se podía y más.

Al jubilarme, con cuarenta y seis muy lozanos años,  todo el campo fue orégano para mí, pues pude compatibilizar el ejercicio de la escritura con los cuidados que le dispensé a mi anciana madre y mi joven perro; mi padre moraba entonces en una residencia geriátrica.

Hoy me defino como un artista de pies a cabeza cuya gran escuela lo ha sido la panificación artesanal, oficio que se conoce como «el arte del buen hacer». Hoy la literatura cumple en mi vida toda una serie de roles que ninguna otra actividad sabría proporcionarme, y sé que he encontrado en ella mi camino.